lunes, 5 de diciembre de 2011

mi vida y sus temas.

No soy el mejor, pero me defiendo, me encanta hacerlo, me siento importante, a veces creo que debo dedicar más tiempo a componer canciones, he ganado dinero haciendo un par de temas a mis amigos, me encanta el resultado de … “gracias, esta linda”, es por eso que uno de los temas que he elegido es el talento de componer, creo que, al tener este talento, no solo se puede aprovechar creando canciones, sino también escribiendo crónicas, novelas , el hecho de escribir historias en una hoja, es hermoso, que las palabras fluyan, que la creatividad se apodere.
Otro tema que me fascina es la vida animal, forma de vivir, instintos, habitad, en realidad me gusta tomar fotos de animales, me parece tan interesante capturar y contar una historia mediante una imagen, sacando mi conclusión, el tema sería fotografía animal y es una de mis metas, ser fotógrafo, el poder plasmar en un instante y contar una historia mediante una imagen es lo que me divierte, el escuchar comentarios positivos de mis fotografías, aumenta mi autoestima y eleva mis ganas de seguir y conocer más mi profesión.
Cuando era niño, quería ser futbolista, a pesar de que mi papá nunca me llevo al estadio, Manuel, mi papá fue uno de mis empujes para participar en campeonatos de segunda división, el que siempre esta ahí cuando juego , el que grita, el que aplaude y por supuesto el que compra la gaseosa o el agua para el equipo, el es el único que te puede decir mil lisuras en la cancha cuando estas hasta las patas, el que puede sacarte del partido a pesar de que no es el DT, mi viejo es todo un personaje en mi vida, el tema sería… padres particulares, quería aclarar que mi viejo, no juega pero ni la tinka, es malísimo, pero le encanta jugar, le encanta que le digan no juegas nada, eres malísimo, viejo jubílate, robas aire ajeno, como te vas a fallar esa! , el siempre responde: “si los profesionales fallan, ¿por qué yo no?, no me joroben y jueguen.”
Otro tema que me llama la atención, son los seres espirituales como los ángeles, creo en ellos y hasta me han pasado cosas increíbles, que en algún momento escribiré, mucha gente no creé en ellos y si creen no se preocupan en conocerlos o estudiar de ellos, a mi me fascina el hecho de tener un ángel que esta cuidándome en cada instante de mi vida.
Me encanta el tema de los viajes, he viajado poco, pero lo he hecho en realidad me gusta viajar para aprender de las culturas, para conocer gente, me encanta viajar a la sierra, porque las personas de provincia son muy buenos anfitriones y la mayoría tiene el corazón noble, lleno de inocencia, mi papá es de Huancayo, pero él, no es inocente, aunque a veces, pero se quiere hacer el recontra vivo aquí  en Lima.


El cielo y los detalles que muestra.

Un viaje clandestino, entre cuchillas, plumas y sangre


Mas allá de una bonita ciudad, Huancayo departamento de Junín ignora el maltrato animal a pocas cuadras de la plaza principal.

Por Alejandro Zárate.
Caminan entusiasmados llegando de uno en uno, luego hacen presupuesto, estudian lo que podrá pasar, después hay risas, gritos, desesperación y otros sentimientos encontrados al estar presente en una pelea de gallos, donde la muerte, la sangre, y el dolor se mezclan, y; éstas aves tienen que demostrar cuanto tiempo han entrenado, ya que solo tendrán dos opciones después de concluir la pelea, ser alimento para su criador o recibir aplausos de él. Hace poco fui a visitar Huancayo, provincia de Junín, conocer lugares turísticos y probar las sabrosas comidas típicas, pero mi principal objetivo fue conocer dónde se organiza esta costumbrista, cruel y sanguinaria pelea de gallos.
Cuando caminas por la plaza principal o por las calles más concurridas, ni siquiera te imaginas que a pocas cuadras exista un evento pequeño de pelea de gallos o las famosas yunzas, en cuyos árboles semienterrados cuelgan diversos objetos, desde muñecos hasta frazadas.
Entonces, empecé a preguntar a los transeúntes de la plaza principal, dónde podría encontrar una pelea gallos, sorprendido con la respuesta sin sentir culpa del abuso animal, un señor de treinta años aproximadamente me indica una dirección y me da un consejo, “tienes que llevar dinero, porque no te van a dejar entrar”, cuando llegué después de caminar algunas diez a quince cuadras me tope con un cartel, que tenía un dibujo de un gallo y pensé: “No está prohibido, he hice un gesto mostrando una sonrisa sarcástica”, caminé, toque la puerta y gritaron desde adentro “entra si tienes dinero y cierra la puerta”, al cerrar la puerta apareció un joven diciéndome “buenas tardes señor ¿por quién va a apostar? Y me entregó una hoja con los nombres, hora y fecha de los gallos que iban a pelear, sonreí por dentro y le dije: aún no, quiero ver una pelea y luego apostaré, me arrancho la hoja y se fue sin ningún gesto.
Entonces empezó la “acción”. Un señor de bigote de contextura gruesa se paraba en el medio de los dos gallos, parecía el réferi o el dueño, lo que pude notar es que él manejaba el dinero, tenía un fajo de billetes y un canguro medio abierto lleno de monedas, en el momento que miré su canguro… cruzamos miradas y tenía una mirada soberbia y la cambio a desagradable cuando me miró de pies a cabeza y siguió con la pelea.
Eran dos gallos del mismo tamaño de cuarenta a cincuenta centímetros que tenían un afilado cuchillo en una de sus patas, uno de los gallos estaba sangrando, era de color plomo con ojos grises que parecía fuerte pero acabado, viejo pero dispuesto a luchar hasta el último segundo, el otro un poco más flaco pero mucho más ágil, se veía que era joven y eso quiere decir menos experiencia, fue entonces cuando el gallo ensangrentado saltó (me hizo acordar a “Jet Li”) y el cuchillo directo al cuello, se escucho un silencio de tres segundo cuando el criador del gallo acuchillado dijo: “ no te mueras que te almuerzo” ,se escucharon risas y aplausos ,y el hombre de bigote contó el dinero y se lo dio al criador del gallo ganador y dijo: “bueno, el dinero de las apuestas las tiene Carlos, supuse que era el joven de la hojita y no hice caso.
Esperé un par de minutos cuando el joven de la hoja apareció, como si la tierra lo hubiese vomitado en mis pies y me dijo, que si no apostaba me tenía que ir, cogí mi billetera y le pregunté, ¿hace cuánto hacen estos eventos?, me miro confundido con preocupación también mirando al hombre de bigote haciéndole un gesto de que no sabía que decirme, este hombre gordo de aliento a cerveza y pachamanca con bigotes que me hacia recordar a Miguel Grau se acercó y con un acento diferente al de provincia me dijo: “¿ algún problema señor?, ninguno solo … ¿quiero saber cuántos eventos hacen por mes? Respondí, me volvió a mirar de pies a cabeza y me mostro su dentadura blanca que parecía brillar, muchos y si no va apostar váyase, ¿es policía o periodista? Me pregunto con voz de pocos amigos, respire hondo, suspiré… ninguno, ¿cuánto es lo mínimo que se puede apostar? y, cuando me iba responder, miro el cielo e hizo un gesto de molestia, suspiró y pensó en voz alta “creo que se cancela, bueno mañana a la misma hora como siempre”, todos hicieron el mismo gesto, cogieron sus cosas.
El gallo perdedor seguía tirado ensangrentado, el criador mirándolo con molestia y terror lo consolaba, me acerque y le pregunte qué cuanto había perdido, la cena de esta noche, gallo de porquería tenía que morir, para eso sirven los gallos, para ser comida o para ganar dinero respondió, me miró y pateó al gallo y se fue. Mire al ave, aún se movía y me gritaron a lo lejos: “señor vamos a cerrar, el dueño del gallo se ha ido a traer un costal para llevárselo, él es el único que se puede quedar”. Sonreí y me fui.
Cuando llegué al hotel escribí en mi cuaderno de apuntes, es como un diario solo que, relato mis trabajos y no mi vida.
Aquí, como en muchas ciudades de provincias no hay amor hacia los animales, el Perú avanza y retrocede, si no hay amor hacia los seres de Dios, nunca avanzará. No solo gallos maltratados, también perros, gatos abandonados en esta linda ciudad que es Huancayo, en esta ciudad que seguirá viviendo con risas, desesperación y otros sentimientos encontrados.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Entre un cielo de colores un dragón verde.


Mi primera vez



Por: Alejandro Zárate
Camino por el parque y veo niños divirtiéndose con sus padres, recuerdo a mi papá jugando conmigo, había sol, y nos hacía sudar, alegrar y reír juntos por muchas horas, aquel sol que reaparecía después de estar ausente por un par de meses.
Es Setiembre, veo el parque lleno de sombras de colores, miro el cielo y veo puntos rojos, verdes, amarillos y todos los colores del arco iris, ese cielo lleno de recuerdos, ese cielo que estuvo presente en el peor momento de suspenso, de drama, de horror que pude haber vivido a los ocho años.

Recuerdo que faltaban tres meses para mi cumpleaños, pero el de José, mi amigo, era ese día, un domingo dos de setiembre del 2001 y su papá le había regalado un dragón verde hecho de plástico, cuando José me contó, fui corriendo a mi casa a contarle emocionado a mi papá, que el papá de José iba a ir al parque con el dragón que le regaló a su hijo y que lo iba hacer volar. Mi papá sorprendido me cogió de la cintura y con un movimiento ágil me puso en su cuello, fue corriendo hacia el parque para que miráramos el dragón del que le hablé.

Hasta que llegó el domingo, “ese día inolvidable”, era las tres de la tarde y mis amigos del barrio estaban esperando a mi papá para que nos muestre su gran creación. Al salir del cuarto taller, mi papá tenía en sus manos un dragón tres veces más grande que el de José, todos mis amigos se emocionaron y empezamos a gritar para que fuéramos al parque y hacer volar al dragón, cuando llegamos habían muchas familias, niños con sus cometas, pero ni una tan grande como la mía, era la mejor cometa en forma de dragón que se había hecho en la vida, y yo, la tenía en mis manos, y yo, iba hacerlo volar, ese dragón llamaba la atención de todos los que estaban en el parque o fuera de él.

Mi papá empezó a correr alejándose de mí y se empezó a ver como un puntito, silbó y esa era la señal para soltar el dragón, y que empiece la acción, corrí hacia a mi padre y detrás de mí, estaban todos mis amigos que me seguían, todo era fascinante, mirábamos como el dragón se elevaba cada vez más y empezó a verse pequeñito, pero era el momento de que mi papá me dé el control para dirigir, me puse tan nervioso que cuando cogí el palo de madera que estaba amarrado con el hilo de nylon y a su vez sujetado al dragón, me asuste y lo solté porque parecía que me iba elevar yo también, mi papá dio el grito de su vida, y empezó a perseguir el palo que estaba arrastrándose por el parque, mientras el dragón se iba, mi papá corría para alcanzarlo, pero nunca llegó, el palo se empezó elevarse, mi papá se rindió, dio media vuelta, se acerco a mí , me insulto, me jalo la patilla y ese día termine en llanto, fue horrible.
Ahora camino por el parque y veo puntos de colores en el cielo y se me escarapela el cuerpo, y, al ver cometas, recuerdo aquel regalo inolvidable, ese dragón que voló de verdad.