domingo, 4 de diciembre de 2011

Entre un cielo de colores un dragón verde.


Mi primera vez



Por: Alejandro Zárate
Camino por el parque y veo niños divirtiéndose con sus padres, recuerdo a mi papá jugando conmigo, había sol, y nos hacía sudar, alegrar y reír juntos por muchas horas, aquel sol que reaparecía después de estar ausente por un par de meses.
Es Setiembre, veo el parque lleno de sombras de colores, miro el cielo y veo puntos rojos, verdes, amarillos y todos los colores del arco iris, ese cielo lleno de recuerdos, ese cielo que estuvo presente en el peor momento de suspenso, de drama, de horror que pude haber vivido a los ocho años.

Recuerdo que faltaban tres meses para mi cumpleaños, pero el de José, mi amigo, era ese día, un domingo dos de setiembre del 2001 y su papá le había regalado un dragón verde hecho de plástico, cuando José me contó, fui corriendo a mi casa a contarle emocionado a mi papá, que el papá de José iba a ir al parque con el dragón que le regaló a su hijo y que lo iba hacer volar. Mi papá sorprendido me cogió de la cintura y con un movimiento ágil me puso en su cuello, fue corriendo hacia el parque para que miráramos el dragón del que le hablé.

Hasta que llegó el domingo, “ese día inolvidable”, era las tres de la tarde y mis amigos del barrio estaban esperando a mi papá para que nos muestre su gran creación. Al salir del cuarto taller, mi papá tenía en sus manos un dragón tres veces más grande que el de José, todos mis amigos se emocionaron y empezamos a gritar para que fuéramos al parque y hacer volar al dragón, cuando llegamos habían muchas familias, niños con sus cometas, pero ni una tan grande como la mía, era la mejor cometa en forma de dragón que se había hecho en la vida, y yo, la tenía en mis manos, y yo, iba hacerlo volar, ese dragón llamaba la atención de todos los que estaban en el parque o fuera de él.

Mi papá empezó a correr alejándose de mí y se empezó a ver como un puntito, silbó y esa era la señal para soltar el dragón, y que empiece la acción, corrí hacia a mi padre y detrás de mí, estaban todos mis amigos que me seguían, todo era fascinante, mirábamos como el dragón se elevaba cada vez más y empezó a verse pequeñito, pero era el momento de que mi papá me dé el control para dirigir, me puse tan nervioso que cuando cogí el palo de madera que estaba amarrado con el hilo de nylon y a su vez sujetado al dragón, me asuste y lo solté porque parecía que me iba elevar yo también, mi papá dio el grito de su vida, y empezó a perseguir el palo que estaba arrastrándose por el parque, mientras el dragón se iba, mi papá corría para alcanzarlo, pero nunca llegó, el palo se empezó elevarse, mi papá se rindió, dio media vuelta, se acerco a mí , me insulto, me jalo la patilla y ese día termine en llanto, fue horrible.
Ahora camino por el parque y veo puntos de colores en el cielo y se me escarapela el cuerpo, y, al ver cometas, recuerdo aquel regalo inolvidable, ese dragón que voló de verdad.

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